Ernesto Jalil Maluf es Ingeniero Agrónomo, egresado de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires. Desde entonces, ha desempeñado numerosos cargos de docencia en prestigiosas Facultades Nacionales, en la cátedra de Terapéutica Vegetal y ha dirigido cientos de alumnos, en sus trabajos de intensificación.
En la actividad privada, ha dictado más de doscientos cursos a estudiantes, empresas multinacionales, entidades nacionales, organismos provinciales, etc, sobre tecnologías de aplicación aéreas y terrestres, con el objetivo de maximizar la eficiencia y producir las mínimas interferencias con el medio ambiente.
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Dentro del complejo sistema de aplicación de agroquímicos es común que la sumatoria de pequeños factores, que parecieran no ser significativos por si solos, puedan ser los causantes de las mayores ineficiencias que se presentas en dicho proceso.
Como se recalca, hablamos de aplicación y no de pulverización que son conceptos que a menudo se confunden. Es por ello, que resulta de importancia fundamental que el usuario de agroquímicos tenga un cambio de actitud con respecto al uso y manejo de los mismos.
Pulverizar es un proceso mecánico que genera un gran número de gotas que transportan el formulado comercial utilizando agua como vehículo la mayoría de las veces y responde a características específicas de la maquinaria utilizada.
Aplicar tiene como objetivo colocar el principio activo en el blanco y fundamentalmente en el momento oportuno (timming).
Por lo tanto el principal vehículo para la aplicación de agroquímicos es el agua y es preocupante la poca importancia que se le presta a la calidad de la misma en el uso cotidiano. Esta tiene su química que no siempre armoniza con la química de los agroquímicos y que interacciona con ellos.
Su calidad puede determinar el fracaso o el éxito de una aplicación, ya que prácticamente podría decirse que en ocasiones es más del 90% del componente del caldo de aplicación.
Los parámetros más importantes involucrados son:
Estos parámetros pueden causar varias situaciones críticas sobre las moléculas de los agroquímicos y que analizaremos brevemente a continuación.
El pH indica el grado de acidez o basicidad de una solución. Este se mide por la concentración del ión hidrógeno. Los valores de pH están comprendidos en una escala de 0 a 14, el valor medio es 7; el cual corresponde a solución neutra por ejemplo agua, los valores que se encuentran por debajo de 7 indican soluciones ácidas y valores por encima de 7 corresponde a soluciones básicas o alcalinas.
La mayoría de los fitoterápicos se hidrolizan en medio alcalino y se desnaturaliza su acción. En un caldo preparado con agua de pH 9 por ejemplo, una Cipermetrina en dos horas se reduce a menos de la mitad y un herbicida como Flumioxazin su vida residual media es de 15 minutos.
En contraparte, las Sulfonilureas se solubilizan muy bien en medio alcalino y son difíciles de descomponer dentro de los rangos básicos comunes lo cual eso explica su residualidad en suelos alcalinos.
Una recomendación general es trabajar a pH ligeramente ácidos, lo que por un lado permite mantener más tiempo el caldo preparado por cualquier contingencia y por otro un pH ácido hace que la mayoría de los herbicidas (ácidos débiles) se disocien menos en solución y así es como mejor penetran en el vegetal.
Un rango recomendado es trabajar entre un pH 4,5 a 6,5 sin caer en extremos ácidos, pues si hay sulfonilureas presentes se pueden afectar, como así también algún adyuvante siliconado entre otros productos.
La alcalinidad del agua es la concentración de los iones carbonato, bicarbonato e hidróxidos. Cuando la salinidad del agua proviene fundamentalmente de cationes monovalentes, sodio y potasio, (siendo muy baja la concentración de iones di y trivalentes) y de aniones que, además de cloruros y sulfatos, son carbonatos y bicarbonatos, son las sales de estos últimos las que le confieren alcalinidad. Tienen un pH mayor que 7, pudiendo alcanzar valores de 8,5 –9 y se las denomina aguas salinas blandas. Las aguas alcalinas son fáciles de corregir con acidificantes comunes.
La dureza del agua puede afectar negativamente a algunos plaguicidas. Puede inactivarlos o precipitarlos: cuando su salinidad proviene, no solamente de cationes monovalentes, sodio y potasio, sino también de divalentes, Calcio y magnesio, y de trivalentes, hierro, aluminio y arsénico. Los aniones son cloruros, sulfatos, bicarbonatos y eventualmente fluoruros. Los carbonatos no se hallan presentes porque sus sales de los cationes di y trivalentes son muy insolubles. Esta agua tiene algo de bicarbonatos, de sodio y potasio, por lo que su alcalinidad no supera, generalmente el pH 8. Estas aguas se denominan “duras” porque precipitan los jabones (que son sales solubles de sodio y potasio de los ácidos grasos).
Se mide en concentración de iones Calcio y Magnesio aunque puede ser producida por los iones Hierro y Aluminio también.
Hay varias tablas de dureza y grados para medirlas con criterios arbitrarios. Una tabla muy difundida y sencilla es la siguiente:
El cálculo de la dureza es sencillo conociendo la composición del agua siguiendo esta fórmula simple:
ppm (mg/l) CO3Ca = 2,5 x mg/l Ca + 4 x mg/l Mg
Las durezas cercanas a 300 ppm son para empezar a prestar atención, pues comienzan a modificar algunos componentes del caldo. En el caso del glifosato, los iones Calcio o Magnesio forman con el mismo un complejo con un radio molecular tan grande que no puede penetrar la cutícula de las hojas en la mayoría de los vegetales. Fig. 1.
Fig. 1.- Complejo Glifosato y Calcio en medio alcalino.
A tasas bajas de aplicación, 350 ppm pueden afectar los resultados la misma y a altas tasas de aplicación puede tolerar casi el doble de dureza.
Por ejemplo, los graminicidas tipo “Dim” a pH inferiores a 6 no se ven afectados por la dureza.
En el caso de sales aminas como el 2,4-D, luego de las 500 ppm hay alteraciones, pues se forma una sal de Calcio insoluble que precipita y por consiguiente se está sub-dosificando. Prestar atención a este detalle pues puede prestarse a confusión por los malos resultados. Este precipitado muchas veces es imperceptible en la mezcla de tanque con agitadores funcionando.
2,4D Sal Amina en agua dura (izq.) y blanda (der.)
La turbidez es una medida del grado en el cual el agua pierde su transparencia debido a la presencia de partículas en suspensión; mide la claridad del agua.
Es la “suciedad” y color que se ve en el agua. La turbidez del agua es producida por materias en suspensión, como arcilla, cieno o materias finamente divididas, plancton y microorganismos.
Las aguas turbias pueden desactivar fácilmente a los herbicidas con valores altos de Koc (coeficiente de absorción de carbono orgánico), como el Glifosato o el Paraquat, lo que significa que quedan fuertemente absorbidos a las partículas en suspensión. Por otro lado, ejemplos de activos con bajos Koc son el 2,4D, el Dicamba y la Atrazina.
Recuerde que no todas las fuentes de agua son iguales (pozos, represas, etc.) y pueden variar según la época del año, por variación de las napas freáticas o en el caso de los tanques australianos, que no están en uso contínuo, pueden variar su pH en rangos no aceptables por la acumulación de sales como carbonatos de Calcio. El costo de un análisis de agua es insignificante y ampliamente justificado para poder hacer una aplicación de calidad y alcanzar el objetivo de control.