28 de Julio 2021 Manejo integrado de malezas



 

Por Ing. Agr. Pablo Kalnay, Gerente de I&D

Rainbow Conosur.

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Cuando hablamos de Manejo Integrado, uno de los primeros conceptos que viene a nuestra mente es el Umbral de Daño. Sabemos que cuando estamos evaluando el daño producido por insectos y enfermedades, deben darse una serie de condiciones para que ese daño progrese y justifique un tratamiento de rescate. Hay años donde plagas de insectos o enfermedades progresan rápidamente, y debemos reaccionar rápidamente para evitar un gran daño, mientras que hay otros donde estos no encuentran las condiciones para multiplicarse y el tratamiento de rescate puede esperar. A veces necesitamos 4 o 5 aplicaciones para orugas, en una temporada, y otras veces con 2 aplicaciones tenemos el control que necesitamos. Lo mismo sucede con algunas enfermedades. ¿Existe el manejo integrado de malezas en ese mismo sentido?

La gran diferencia entre las malezas, como una plaga, y los insectos y enfermedades, es que mientras que para los últimos las condiciones predisponentes no son necesariamente buenos para el cultivo (por ejemplo, los ácaros se multiplican mejor en condiciones de sequía), para las malezas las mejores condiciones son exactamente las mismas que necesitan nuestros cultivos, pero además, pueden crecer en las peores condiciones también! Y dado que las malezas nacen del banco de semillas que son parte integral de nuestro suelo, sabemos que si nuestro cultivo va a nacer, lo mismo harán las malezas, y sin importar las condiciones que tenga nuestro cultivo, las malezas encuentran su oportunidad.

Entonces, cuando hablamos de manejo integrado de malezas, a diferencia de las otras plagas, debemos mirar más allá, y tener en cuenta el mediano y largo plazo. Para todas las adversidades debemos tener en cuenta la historia de nuestros lotes, y el efecto de un error de control de insectos o enfermedades suele tener impacto en nuestro cultivo solo en la misma temporada, o su impacto futuro se puede subsanar con rotaciones apropiadas, manejo del rastrojo, modificando prácticas de cultivo y fechas de siembra. Pero cuando hablamos de malezas, el impacto de un control pobre puede tener, y seguramente tendrá, un impacto que puede durar varios años.

La estrategia de supervivencia de las malezas anuales se basa en nutrir el banco de semillas del suelo. Unos pocos escapes, que pueden pasar desapercibidos durante la temporada, son suficientes para alimentar el banco de semillas con cientos, o miles, y a veces decenas de miles de semillas viables a partir de una sola planta, y somos nosotros, al cosechar nuestro cultivo, los encargados de desparramar esas semillas. Hay semillas que pueden permanecer enterradas en el suelo esperando las condiciones adecuadas para nacer durante mucho tiempo. ¡Hay especies de malezas cuyas semillas pueden permanecer en dormancia por más de veinte años! En general, cuanto más grandes son las semillas, más longevas son. Además, estas semillas, al venir de un proceso de reproducción sexual, traen variabilidad. El banco de semillas puede tener millones de semillas individuales de una misma especie, pero a pesar de ser todas “iguales”, también son diferentes, distintos biotipos, algunas germinarán mas temprano, otras mas tarde, algunas prefieren temperaturas mas altas, otras necesitan mas humedad para germinar, por lo tanto, vamos a tener un conjunto enorme de semillas con distintos requerimientos, y dada esa enorme variedad, siempre vamos a tener un grupo numeroso que va a encontrar las condiciones ideales para crecer, sin importar como viene la temporada. Lo mismo se puede decir de su susceptibilidad a ser controladas por los herbicidas que estamos usando, incluso antes de empezar a hablar de Resistencia. Nunca hay un año malo para las malezas, porque hay malezas para todas las condiciones que trae la temporada.

 

Aquí reside la parte más complicada en la toma de decisiones cuando hablamos de malezas. Si tenemos un cultivo afectado por una sequía, la decisión de no controlar insectos o enfermedades solo va a afectar a ese cultivo, pero si la decisión implica no controlar malezas, sabemos que estamos permitiendo a una nueva cohorte de semillas incorporarse al reservorio del suelo, y las consecuencias se harán notar por varios años mas allá de esa temporada.

Es imposible agotar el banco de semillas del suelo, este se puede renovar de muchas maneras, malezas que crecen al costado de los lotes, pájaros, maquinaria sucia, semillas arrastradas por el viento o el agua… Pero si podemos reducir el impacto de las malezas con una planificación cuidadosa y coherente. El paradigma de control, especialmente desde la aparición de muchos casos de resistencia, ha ido cambiando hacia estrategias de control pre-emergente, con herbicidas residuales. La combinación adecuada de dos o mas herbicidas con modos de acción diferentes pero complementarios es la piedra angular para un buen programa de control, que debe complementarse con las rotaciones adecuadas, métodos de control culturales, control de escapes para minimizar nuevas cohortes de semillas, etc. Lo mas importante es evitar la rutina, incluso cuando creemos que hemos desarrollado una combinación de métodos de control eficaces, porque la gran ventaja con que cuenta el banco de semillas es el tiempo. El bioma que constituye ese banco de semillas es dinámico y se va a adaptar a cualquier sistema de control que se repita en el tiempo, al punto de volverlo obsoleto. La desventaja que tiene, y que representa nuestra gran ventaja, es que reacciona lentamente, puede tardar varias temporadas en adaptarse, mientras que nosotros podemos reaccionar rápidamente si somos previsores.

La mejor herramienta de manejo de malezas es la planificación. El peor error es subestimar la capacidad del inagotable banco de semillas a adaptarse.